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Las 80 mejores amigas es una irreflexión acerca de la amistad, la deslealtad, los secretos, la envidia, los conceptos de amor y odio. Escribí esta obra hace 12 años, y al escribirla como un mar con su vaivén infinito, las voces de las protagonistas no dejaban de
susurrarme al oído
frases y diálogos mezclados con un
acentillo españolado, quizá era la voz de Victoria Abril en Tacones Lejanos que me hipnotizó cual Circe. Pienso en las 80 mejores amigas y no dejo de esbozar en mi rostro una
ligera sonrisa picaresca, de satisfacción y orgullo. Esta obra después de
desempolvarla para una lectura dramatizada en el 2008 hace que me reencuentro con esas mujeres:
Greta y
Marlene, que soy yo en cada una y mis
ami@s en ellas. Son
Greta y
Marlene, María y Dolores,
Marisa y Victoria, Pedro
Almodovar y
Hitchcock, Carlos y Carlos,
Alex, Agustín, Salvador,
Hamm, tú y tu antagonista, el dolor y la expiación del mismo. Cuando escribía Las 80 mejores amigas, no dejaban de escurrir las lágrimas por mis mejillas, al tiempo que reía con cada frase. Sí, el dolor por el abandono desaprecia. Bien dicen que el teatro cura, y cura de una manera extraordinaria. Ahora las 80 se ha convertido en un juguete escénico, una obra que sirve para que el público ría y reflexione, mientras el actor
juega con sus herramientas de trabajo, cuerpo, voz y emoción de una manera franca y abierta. Una cabina de radio situada en la
imaginación del espectador es el escenario perfecto para reunir a tus 80 mejores amigas y recuerda que con ellas,
pa´ que quieres enemigas.
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